sábado, 31 de octubre de 2009

Ibiza: Datos generales y rutas

El 4 de diciembre de 1999, la UNESCO inscribió la categoría Eivissa, Biodiversidad y Cultura dentro del conjunto de Patrimonio de la Humanidad . De esta forma, las Pitiüses pasaron a formar parte de este exclusivo club mundial del que España es el miembro con mayor cantidad de bienes.

Para Eivissa, una isla eminentemente turística, este reconocimiento representa la herramienta apropiada para promocionar todos sus atractivos y superar el tópico de sol, playa y fiesta, célebre en todo el mundo. La cultura milenaria y la rica biodiversidad de Eivissa han encontrado en la declaración de Patrimonio de la Humanidad un vehículo de promoción ideal. En estos últimos años, Eivissa ya ha notado un aumento del turismo cultural, rural y deportivo, una de sus apuestas de futuro más sólidas.

La UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad la acrópolis de Dalt Vila (el casco antiguo de la ciudad de Eivissa), las praderas de posidonia oceánica, cuna de la rica biodiversidad marina de las Pitiüses, y la necrópolis fenicia de sa Caleta y la púnica de Puig des Molins , vestigios de los primeros asentamientos de las islas.

Dalt Vila es un monumento a la Historia. En sus múltiples estratos se superponen vestigios de todas las culturas que han pasado por la isla, desde los primeros pobladores de la bahía de la ciudad de Eivissa, pasando por fenicios, cartagineses, romanos y musulmanes, hasta la conquista catalana a manos del Reino de Aragón, en el siglo XIII. Su arquitectura, de gran belleza y sencillez, ha influido notablemente en las construcciones coloniales del Nuevo Mundo.

Las praderas de posidonia –planta marina fanerógama endémica del Mediterráneo- son el origen de la belleza y transparencia de las aguas del mar pitiuso. Su conservación es por tanto un imperativo, pues la vasta biodiversidad de las aguas de Eivissa y Formentera depende directamente de su buena salud. Al igual que los arrecifes coralinos en los mares tropicales, las praderas de posidonia de Eivissa y Formentera son un patrimonio mundial cuya pérdida sería una catástrofe para la cadena trófica.

RUTAS

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Ruta, Ibiza naturaleza Ses Salines:

Las actuales Salinas, de época romana, siguen intactas y en funcionamiento hoy en día. En la Edad Media la isla fue conocida como la isla de la sal, al oeste de la ciudad se creaba la sal, en espacios de linderos geométricos, fue un recurso básico durante siglos y aún hoy la producción es notable.

Es un espacio humanizado desde hace siglos, pero ello no impide la presencia de abundantes especies amantes de las zonas húmedas. El pueblo de La Canal con casas de tipo colonial, desde donde podemos observar toda la infraestructura que permite cargar la sal en los barcos. Hacia el este y regresando por la carretera que nos llevó al pueblo, se puede admirar la playa de Ses Salines que posee el cordón de dunas mejor conservado de la isla.

Desde aquí se puede observar (sobre todo si ha soplado viento del sur) una alfombra de hojas de una planta marina “la Posidonia Oceánica” especie vegetal oculta bajo las aguas, forma parte del patrimonio natural y cultural ibicenco y formenterense (reconocido por la UNESCO como PATRIMONIO de la HUMANIDAD).

Conocidas siempre como algas en la tradición isleñas y profusamente utilizadas para diferentes usos (abono de campos, en construcción de techos, como lecho para los animales de corral) la Posidonia Oceánica es en realidad una planta adaptada al medio de vida marino que forma extensas praderas. Estas extensiones verdes son el hábitat de numerosas especies de peces y de otros animales marinos.

Su existencia favorece la diversidad de comunidades biológicas excepcionalmente conservadas, algunas de elevado interés científico por su rareza en el Mediterráneo Occidental.

En el extremo más oriental de la playa observamos la torre de Ses Portes (siglo XVIII) que realizaba una importante función defensiva de los bienes que producía las salinas, así como de los trabajadores.

Continuando nos encontramos a la derecha tramos de las vías de lo que fue el único tren de la isla, este fue uno de los avances que se dieron en la industria salinera, supuso que el trabajo que realizaban numerosas personas y animales de tiro lo realizase una máquina de vapor.

Ya de regreso por la carretera podemos observar a ambos lados los estanques salineros y a la derecha nos encontramos con el montón grande de sal, aquí se acumula la producción anual, sólo la que se utiliza para uso alimentario.

En el margen izquierdo y en dirección hacia el pueblo de Sant Jordi nos encontramos la iglesia de Sant Francesc de s´Estany, este templo fue encargado por Carlos III para que los trabajadores de las salinas pudieran acudir a misa, es una construcción muy sencilla, en su fachada destaca una ventana y la espadaña.

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Ruta: Patrimonio de la Humanidad:
(Dalt Vila - Museización - Centro de Interpretación de La Curia)
En el s. XVI, en su política de defensa del Mediterráneo, Felipe II se vio obligado a renovar las antiguas murallas medievales de la ciudad y a convertirlas en el baluarte mejor defendido del Mediterráneo Occidental.

El recinto fortificado de Eivissa, que conserva su trazado original desde el siglo XVI, fue proyectado por el ingeniero Giovanni Battista Calvi y posteriormente modificado y ampliado por Jacobo Paleazzo Fratín.

El uso generalizado de las armas de fuego, que aprovechaban el poder explosivo de la pólvora forzó el cambio de las murallas medievales por otras más amplias y bajas para poder dotarlas de cañones. Por este motivo se idearon los baluartes.

Las murallas de Eivissa tienen siete baluartes: Sant Joan, Sant Pere o es Portal Nou, Sant Jaime, Sant Jordi, Sant Bernat, Santa Tecla y Santa Llúcia. Tres puertas daban acceso al recinto, la principal llamada Portal de Mar y más reciente-mente Portal de Ses Taules (de las tablas) en referencia a su puente levadizo, el Portal Nou (el portal nuevo) y el portillo del Soto. El nombre de Dalt Vila nace de la dualidad de arriba y abajo que se fue formando durante la Edad Media.

Las murallas renacentistas establecieron nítidamente la existencia de una dualidad dentro de la misma ciudad, los habitantes del interior de las murallas y los habitantes de fuera de las murallas.

La visita a Dalt Vila es una lección de historia en la que la imaginación sólo ha de crear los personajes ya que, la ambientación se encuentra por todos los lugares: la puerta principal bien defendida y mejor decorada por el escudo de la monarquía de los Austria, restos de la Roma imperial, baluartes, casamatas, patio de armas, polvorines, pasadizos y como no toda la trama urbana que nace en la época andalusí de la ciudad pero que conserva restos del pasado púnico y edificios notables fechados desde los siglos XIV al XX.

Monumentos y lugares de interés.
La Catedral que hasta finales del siglo XVIII fue sólo iglesia parroquial, dedicada a nuestra Señora de las Nieves.

El Castillo en proceso de restauración, amalgama de edificios de diferente época y de gran interés. Existe un proyecto para reconvertirlo en parador nacional.

La Curia o edificio de la corte de Justicia, albergó los primeros tribunales de la isla y la llamada Universitat.

Murallas Medievales, que no fueron derribadas para construir las nuevas, fueron progresivamente ocupadas por la gente para agrandar sus casas.

El resto más notable es una puerta, llamada Sa Portella que comunicaba la parte alta de la villa con la ladera este de la colina, encarada hacia el puerto.

Estatua de Guillem de Montgrí, el conquistador de Eivissa junto con Pere de Portugal y Nuño Sanz.
Monumento a Isidor Macabich, historiador local. Las Iglesias: Convento de Santo Domingo (en el s. XVI se fundó el convento de los Dominicos que tras larga vida fue disuelto por la desamortización del XIX y sus celdas son hoy la sede del Ayuntamiento de Eivissa (http://www.eivissa.org/).

El Retablo de la Capilla del Convento de Predicadores, también se instalaron en la isla los jesuitas, cuyo convento fue después seminario conciliar y hoy está privatizada.

Pequeña capilla empotrada en una casa y dedicada a San Ciriaco, recuerda la leyenda que un hermano del jeque árabe (que mandaba la resistencia de los musulmanes de Ibiza contra los catalanes conquistadores) fue un traidor que abrió en este punto un portillo a los invasores.

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