sábado, 31 de octubre de 2009

Segovia: Datos generales y ruta


Ciudad cercana a Madrid y próxima a Valladolid. Su provincia limita al Norte con Burgos, Soria y Valladolid. Al Sudeste con Guadalajara y Madrid y al Oeste con Ávila. Distancias a: Madrid, 88 Km. Valladolid, 108 Km. Cáceres, 294 Km. Toledo, 158 Km.

En diciembre de 1985, la UNESCO incluyó en su listado de Ciudades Patrimonio a la “antigua ciudad de Segovia y su acueducto romano”. Razones no faltaban pues la belleza de su enclave, de su entorno, de sus edificios, arboledas y calles parece pesar bastante en una decisión que se basa precisamente en tales valores. Sin embargo, la ciudad no es sólo el elemento físico. Este puede verse aquí y ahora. Pero el elemento humano que ha hecho la ciudad, no se ve y, sin embargo es la esencia misma de la ciudad. Segovia es así porque desde ella Alfonso X estudiaba el firmamento.

Las calles y las plazas de la ciudad se convierten varias veces al año en escenario de actividades artísticas: Durante la Semana Santa, es el interior de los templos donde se ofrece una ocasión a los melómanos en los conciertos de la Semana de Música Sacra. Titirimundi llena los espacios de títeres y marionetas ávidos de contar historias imposibles llenas de magia e imaginación.
Folksegovia, se ha convertido en la más prestigiosa muestra de las músicas del mundo que se celebra en España. Es una sensación muy especial la que se siente al escuchar en un corto espacio de tiempo unos ritmos africanos y una nostálgica y brumosa música escocesa, junto a las viejas piedras románicas de San Juan de los Caballeros.

También patios de palacios, claustros de conventos y fachadas notables sirven de escenario a las numerosas jornadas del Festival Internacional, en el que se puede disfrutar de la Semana de Música de Cámara, del Festival Joven y del Festival abierto de Teatro, Música y Danza.

Por supuesto, la existencia de dos campus universitarios propicia también que el número de actividades formativas y culturales que ofrece Segovia crezca cada día a la sombra de los monumentos que han hecho de ella Ciudad Patrimonio de la Humanidad.


RUTA: Segovia Patrimonio de la Humanidad
El viajero que llega a Segovia, de una forma u otra comienza su recorrido a los pies del Acueducto en su zona de mayor monumentalidad y altura -más de 28 mts-, en el Azoguejo. Orgullo y emblema de la ciudad, esta obra maestra de la ingeniería hidráulica romana fue construida en la segunda mitad del s. I. d.C. con el fin de llevar el agua a la población que habitaba la roca y a su fortaleza. El Acueducto ha sido siempre el eje vertebrador de la ciudad, organizando el espacio urbano en función del agua que llevaba, tanto en los barrios extramuros como en el casco antiguo, pues el canal madre tras abandonar los monumentales arcos de granito, se adentraba en las calles hasta llegar al Alcázar, llenando pozos y aljibes, en fin, dando vida a toda la ciudad.

El Azoguejo siempre ha sido lugar de reunión: desde los pícaros que ya cita Cervantes en El Quijote, hasta los grupos de turistas que hoy se reúnen para comenzar la visita a la ciudad. En este punto, el Centro de Recepción de Visitantes da la bienvenida al viajero y una completísima información sobre los más variados aspectos de Segovia: monumentos, rutas, alojamiento, gastronomía, artesanía, vida cultural. Es, sin duda, la puerta de entrada a Segovia.

Y con todo ello ya estamos dispuestos a comenzar nuestra visita a la ciudad por su calle más concurrida: la Calle Real, conocida popularmente con este nombre por el paso de los reyes por ella, en el pasado, en dirección al Alcázar, en realidad consta de varios tramos con diferentes nombres:

Empezamos por la calle Cervantes, nadie mejor para llevarnos hasta la muralla y el mirador de la Canaleja, donde tenemos una excelente vista de parte de la Sierra de Guadarrama, en especial de la Mujer Muerta (cuando vean su perfil, entenderán el porqué del nombre). Y en este punto nos adentramos en la ciudad amurallada justo donde hubo una de sus puertas principales, la Puerta de San Martín, demolida a finales del siglo XIX, donde continúa nuestro recorrido por casonas y palacios de los siglos XV y XVI: la Casa de los Picos, la Casa de los del Río, el Palacio del Conde Alpuente o de Azpiroz, todos ellos magníficos, con sus leyendas y sus patios -a los que siempre aconsejamos que se asomen-; la Alhóndiga, antiguo almacén de grano de la ciudad que conserva su estructura original y además alberga el Archivo Municipal.

Y llegamos a la Plaza de Medina del Campo y de San Martín, original espacio que se abre en escalinata -al modo de las plazas italianas- entre la iglesia románica de San Martín y las casas nobles del Conde de Bornos, de Solier y el palacio y Torreón de Lozoya. Dándonos la bienvenida, el comunero Juan Bravo, sobre alto pedestal, nos recuerda la revuelta y represión que supuso la guerra de las Comunidades en toda la ciudad y su Tierra, entre 1521 y 1523, y que tan hondo ha calado en estas tierras de Castilla.

Seguimos ya por la calle de Juan Bravo, dejando a la derecha la antigua Cárcel Vieja hoy convertida en Biblioteca; poco más arriba se abre un pequeño espacio, la placita denominada del Corpus, por la iglesia y convento de Corpus Christi, con anterioridad antigua sinagoga mayor. Y por el último tramo, Isabel la Católica, llegamos a la Plaza Mayor, el otro punto de encuentro de los segovianos y solaz de visitantes: tanto cultural como de descanso. La iglesia de San Miguel, el teatro Juan Bravo, el Ayuntamiento y la Catedral conforman un espacio que tardó varios siglos en llegar a ser así. El kiosco de la música en el centro, los soportales y las terrazas nos invitan al paseo tranquilo y al descanso.

Continuamos para ver más de cerca la Dama de las Catedrales -que sin duda merece una detenida visita-, la última Catedral de estilo gótico que se hizo en España, ya en pleno siglo xvi, y vamos hasta su primera puerta para rendir homenaje a San Frutos, santo eremita en el valle del Duratón y Patrón de la ciudad. Enfrente, el palacio del Marqués del Arco -con el patio más bello de la ciudad- nos inicia el camino hacia el Alcázar. Frente al Enlosado de la Catedral, un pasadizo lleva hasta el Corral del Mudo, muestra del urbanismo heredado de la cultura árabe, a la que tantas cosas debe la ciudad de Segovia, pues recordemos que moros, judíos y cristianos, convivieron tranquilamente en un mismo espacio urbano hasta finales del siglo xv.

Llegando a la Plaza de la Merced, vemos el Convento de San José, de monjas carmelitas, fundado por Santa Teresa de Jesús en 1574. Y nos encontramos, casi de frente, con la iglesia románica de San Andrés, de la que destaca su torre de ladrillo rematado en chapitel de pizarra. Desde aquí nos adentramos, por la calle Daoíz en el barrio de las Canonjías, que fue habitado durante siglos por los canónigos de la Catedral, y que tenía jurisdicción especial dentro de la ciudad, e incluso derecho de asilo como lugar sagrado.

Es uno de los conjuntos del románico civil más importantes de Europa, compuesto por casas de los siglos xii al xiv, restauradas en su mayoría, pero que conservan parte de su estructura original, con puerta de entrada adornada con sencillo arco románico, zaguán de acceso, amplias estancias -algunas decoradas con zócalos pintados en rojo con motivos de lacerías mudéjares- que se abren en torno a un patio y jardín en la parte de atrás. Poseían bodega y aljibe que llenaban directamente con el agua del canal madre del Acueducto que bajaba por la Canonjía Nueva, hoy calle Daoiz. Al final de la estrecha y empinada calle una verja delimita los jardines que dan acceso al Alcázar, y en ellos se alza el monumento a Daoiz y Velarde, héroes del 2 de Mayo de 1808, obra del escultor segoviano Aniceto Marinas, en el lugar que ocupara la antigua Catedral de Santa María que fue destruida durante la Guerra de las Comunidades. A su izquierda, la Casa de la Química nos recuerda el laboratorio del Real Colegio de Artillería instalado en el Alcázar por Carlos III, que estuvo dirigido en sus comienzos por el ilustre Louis Proust.

Y por fin, el Alcázar, palacio y fortaleza de la ciudad al que accedemos por un puente levadizo sobre profundo foso. Su perfil, sus torres, sus tejados de pizarra y chapiteles, sin duda nos resultan familiares, pues es uno de los monumentos más conocidos de nuestro país. Fortaleza, al menos desde época romana, los sucesivos reyes de Castilla lo fueron ampliando, adornando y llenando de riquezas que causaron admiración en los numerosos viajeros que desde la Edad Media llegaban a Segovia. Su visita, por tanto, es obligada, y si pueden, no dejen de subir a la torre: todo lo que desde allí se contempla merece la pena.

Enclavado en el extremo de la roca sobre la que se asienta la ciudad, se asemeja a la proa del navío de piedra con que Garci Ruiz de Castro, nuestro primer historiador allá por el siglo xvi, comparó a la ciudad. Las vistas son magníficas desde cualquier punto: al fondo, la llanura castellana, y a sus pies, los valles de los ríos que han ido horadando la roca: por el lado Sur, ahora soterrado, el Clamores, que se ha cubierto por completo para convertirse en un magnífico parque y paseo; y por el Norte, el Eresma, río de vida para la ciudad, que tras atravesar los barrios de San Lorenzo y San Marcos, se une a los pies del Alcázar con el Clamores.

Saliendo del recinto del Alcázar, enfilamos la calle Velarde, el otro eje de las Canonjías, donde se encuentra la puerta de la Claustra, la única puerta que queda de las tres que cerraban el barrio. Desde el jardín y mirador de Fromkes veremos una bellísima panorámica de parte del valle del Eresma y el Monasterio del Parral.

Seguimos viendo portadas románicas casi hasta llegar al Vallejo, donde se encuentra la escultura de San Juan de la Cruz, que nos recuerda el camino que realizaba desde su convento en el valle del Eresma hasta la ciudad. Muy cerca, la plaza de San Esteban, donde podemos contemplar la esbelta torre románica de la iglesia que da nombre a la plaza, y la fachada renacentista del palacio de los Salcedo, sede del Obispado desde el siglo xviii hasta hace poco tiempo.

Desde aquí vamos a visitar lo que denominamos Barrio de los Caballeros pues, aunque todo el recinto amurallado estaba habitado por nobles y caballeros, en esta zona norte se concentran interesantes muestras de casas blasonadas y palacios. Por la estrecha calle de María Zambrano -quien pasó la mayor parte de su infancia y época de formación en Segovia- llegamos a la iglesia de San Quirce, sede de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, institución que vela por la cultura y conservación de la ciudad desde hace más de 50 años, y el palacio de Ortega Lara, que alberga el Archivo Histórico Provincial. Todo el recinto que vemos de frente, es el Convento de Santo Domingo de Guzmán, de monjas dominicas, con la Torre de Hércules, torre fuerte del siglo xiii, perfectamente conservada.

Junto al Convento, la iglesia de la Trinidad, también románica con su atrio y torre y que conserva en su interior un gran número de obras de arte. Frente a ella, casas nobles de los del Campo y Cascales de Guadalajara, con bellos patios, y a continuación el palacio de Mansilla, actual sede de la Universidad de Valladolid, conserva restos de estructuras románicas y góticas muy interesantes.

A la derecha llegamos a la Plaza de Los Huertos, donde se erige el monumento al Doctor Andrés Laguna, segoviano ilustre y médico que fue del emperador Carlos I, y el Torreón de Arias Dávila con su palacio, construido por esta poderosa e influyente familia segoviana en el siglo xv, y ocupado actualmente por la Delegación de Hacienda y Agencia Tributaria. En él nos fijaremos en el esgrafiado, ese arte tan segoviano de decorar las fachadas con diferentes dibujos geométricos. Frente al torreón se erigía el Palacio Real de San Martín, construido por Enrique iv a mediados del siglo xv, y del que aún queda parte del Palacio de la Reina Doña Juana, aún sin restaurar, y otra zona del recinto alberga hoy el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente.

Por la plaza de los Espejos llegamos a la del Seminario para contemplar en toda su sobriedad la fachada de la iglesia de la Compañía de Jesús, del siglo xvi, que se convertiría, tras la expulsión de los jesuitas, en Seminario.

Muy cerca, en la calle de San Agustín nos encontramos con la Casa del Hidalgo, Museo de la Fundación Rodera Robles, casa hidalga del s. xvi que perteneció a los Bermúdez de Contreras y que conserva patio, estancias y artesonados de la época, además de una interesante muestra sobre Arte Gráfico, exposiciones temporales y varias colecciones del fundador.

Callejeando llegamos a la Plaza de Colmenares con la iglesia de San Juan de los Caballeros, actual Museo Zuloaga, de recomendable visita. Y salimos a la Plaza del Conde de Cheste, con los palacios de Uceda-Peralta -sede de la Diputación Provincial- de Quintanar, del Conde de Cheste, Casa de los Marqueses de Lozoya y Casa de las Cadenas o del Conde de Chinchón, que defendían otra de las puertas de la muralla, también desaparecida, la de San Juan.

Volvemos a los pies del Acueducto para descansar un momento y seguir recorriendo otras zonas de Segovia.

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